La orwelliana campaña del Gobierno no logrará reescribir la historia. Está suficientemente documentada la balacera desde Puente Llaguno como para que quede alguna duda. Por eso decir que "las diecinueve personas que murieron lo hicieron por mí", marchita palabras amargas por la cicuta de cinismo, de burla despiadada que lastima las heridas emocionales de los familiares de las víctimas, a las que, además, se divide quién sabe usando qué instrumentos.
Quien las pronunció debería atreverse a preguntarle a Malvina Pesate si caminaba a la muerte en ofrenda al amado líder revolucionario, por cierto ese día muy lejos de la vocación de autosacrificio.
Pero los discursos, proclamas, declaraciones parlamentarias inflamadas, golpes de pecho de muchos que ya hasta se habían pasado de bando hace cinco años, se hunden en un Caribdis, el remolino atroz que se llama Lucas Rincón.
La disidencia "prepara la desestabilización" por el hecho de que con toda legitimidad y dentro de las normas legales, realiza la defensa de RCTV. El caudillo dice que "él no presiona a ningún juez", pero declara inconcebible que el Tribunal Supremo dictamine a favor de la planta televisora y días antes, nada menos que no toleraría que "los jueces actuaran a espaldas del líder de la revolución". Desde 1958 hasta hoy jamás se habían oído afirmaciones tan estridentes para demostrar que el Poder Judicial es un ministerio más del Gobierno.
¿Quién pone artefactos explosivos en diversos lugares? De manera irresponsable y sin ninguna evidencia ya se señaló a un dirigente de la oposición, aunque uno pudiera tener la más que sospecha de que el Gobierno está sembrado pruebas para darle credibilidad a su acusación de que hay un plan desestabilizador. Si gente de la disidencia estuviera de verdad haciendo tales disparates, todo el mundo lo sabría, no sólo por el espionaje generalizado que el Gobierno despliega, sino porque en una sociedad democrática no hay secretos y el liderazgo opositor, con todos sus matices, se concentra en algunos cientos de personas, todas ellas suficientemente vigiladas, grabadas, controladas y seguidas.
Carece de toda lógica que si, como se sabe, uno de los elementos básicos planteados de aquí al 28 de mayo es la campaña a favor de la libertad de expresión, los opositores mismos se sabotearan y le dieran armas al Gobierno para que aligerara el enorme costo político nacional e internacional que tendrá que pagar por lo de RCTV.
Pareciera que quisieran tapar con estas acciones terroristas, que afortunadamente hasta ahora no han costado vidas, la tremenda equivocación que van a cometer. Ojalá no se cometa un crimen mayor con ese fin.
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