Según Boersner, los cuestionamientos de antiguos aliados, como España y Brasil, contra el gobierno chavista, evidencian una nueva realidad. Asegura que Venezuela da signos de un aislamiento creciente.
-¿Qué cambios percibe en las relaciones internacionales de Venezuela, producto de la no renovación de la concesión a RCTV?
-Tengo la impresión de que con el caso de Radio Caracas Televisión se ha modificado la forma en que el resto del mundo ve a Venezuela, no sólo los demás gobiernos, sino la opinión pública. El hecho de que el canciller español, antes considerado amigo del proceso chavista, haya tenido que pronunciarse en esa forma, expresando su preocupación por la libertad de expresión en Venezuela, es una prueba de ello y de que en el ámbito europeo ningún país puede sustraerse de la crítica. Antes había cierta comprensión hacia la centralización y el autocratismo en Venezuela, pero se ha afectado con esta grave medida.
-¿Es similar el proceso en América Latina?
-En cuanto a América Latina, la posición crítica de los gobiernos de ultraderecha y derecha se han estado fortaleciendo con el apoyo de sectores de izquierda en todos los países donde sus parlamentos se han pronunciado sobre la situación en Venezuela. La posición del presidente (de Brasil) Luiz Inácio Lula Da Silva, es significativa. Está jugando un juego diplomático muy fino. Por un lado dice que tiene respeto y amistad por el presidente Chávez y por el otro hace críticas veladas de rechazo a la manera grosera y hasta ordinaria como el presidente Chávez agredió al Senado de su país y le ha señalado la torpeza que tuvo, pues es el Congreso de Brasil el que tiene en sus manos la adhesión de Venezuela al Mercosur.
-¿No cree que al final preponderen los intereses económicos de Brasil para que Venezuela ingrese al bloque?
-A veces me pregunto si realmente Brasil está totalmente interesado en el ingreso de Venezuela al Mercosur. Tengo la impresión de que bilateralmente Brasil puede tener todas las ventajas económicas y políticas, sin que Venezuela esté finalmente incorporada.
-Algunos analistas hablan de una rivalidad entre los presidentes Chávez y Lula. ¿Cómo lo analiza usted?
-Existen elementos de rivalidad. Chávez y Lula representan la pugna entre lo que Teodoro Petkoff llama las dos izquierdas, una socialdemócrata, reformista, que trata de avanzar paso a paso hacia mejoras y una justa distribución y el modelo populista de izquierda impositiva, ultrarradical. Es una confrontación en la que cada uno quiere ser ideológicamente el que indica el tono que debe llevar la región. En el plano político hay una rivalidad por el liderazgo subregional, ese ha sido un propósito de Brasil desde que era monarquía y ratificado por todos sus gobiernos. Tradicionalmente su rival ha sido Argentina. Esto se ha atenuado, por el mecanismo de Mercosur y ha surgido Chávez como el nuevo rival de Brasil, quien quiere ser la continuación del Libertador Bolívar, el integrador político del Continente, el gran ideólogo. Eso incomoda al Gobierno brasileño.
-¿Cómo observa el mundo la integración de Venezuela a un eje formado por naciones como Cuba?
-La pertenencia a un eje con una dictadura comunista, con un gobierno marcadamente antidemocrático, no puede gustarle al mundo democrático. Bien sea de derecha o izquierda. Esta admiración de Chávez por Fidel Castro, y por el modelo cubano, y la alianza con Cuba como modelo céntrico, es un tema de preocupación no sólo del imperio norteamericano, sino del mundo democrático.
-¿Se está quedando sin aliados Venezuela?
-Me temo que el círculo de sus amistades ha decrecido grandemente. En una época el presidente Chávez era recibido por la reina de Inglaterra y ahora por el presidente de Belarús y por dictadores africanos como el de Zimbawe. En América Latina hay un grupo de países que siguen dando un apoyo interesado, por los petrodólares, pero incluso en el seno de la otra izquierda, la socialdemócrata identificada con Lula, crece la desconfianza ante un vecino, un amigo tan imprevisible, que en cualquier momento abre un nuevo frente, alcanza un nuevo enemigo y ataca en forma virulenta al que menos se esperaba. Eso es lo que origina la desconfianza ante el Gobierno venezolano y un aislamiento creciente de Venezuela.
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